Recursos didácticos para desarrollar un método de aprendizaje eficiente
November 25, 2022
“La relectura de textos y la práctica masiva de una habilidad o de un nuevo conocimiento son, con mucho, las estrategias de estudio preferidas por los estudiantes de todo tipo, pero también son las menos productivas”
P. C. Brown, H. L. Roediger III & M. A. McDaniel
Make it stick. The Science of Successful Learning (2014)
Los estudiantes quieren apuntes diseñados para aprobar exámenes. Nos guste más o menos, esta es la realidad, a pesar de que apostar por mejorar el método docente y las estrategias de aprendizaje nunca ha sido tan posible, ni tan accesible. No nos sirve cualquier material de estudio, los estudiantes necesitan optimizar tiempo y esfuerzos, igual que los docentes. El volumen de información que llega a cada estudiante durante un curso académico es abrumador, y solo la experiencia basada en un correcto hábito de estudio y el buen criterio para saber discriminar dicha información marcarán la diferencia. Pero, ¿qué criterios debemos usar?
Es el docente quien debe discriminar la información útil de cualquier otra, ya que es el especialista en la materia. Aconsejar a los estudiantes que deben recurrir a una bibliografía recomendada no es una opción, salvo para consultas puntuales. Esto puede cambiar.
La clave en la preparación de los recursos docentes y la fácil asimilación por parte de los estudiantes está en apostar por plataformas digitales que permitan la adaptación de recursos y las estrategias de aprendizaje optimizadas, como ClinicalKey Student, Osmosis y Complete Anatomy, de Elsevier. Los pilares básicos de estas plataformas son:
Igualdad: todos los estudiantes, de cualquier lugar del mundo, tienen las mismas oportunidades de acceso a los mismos recursos.
Accesibilidad: las plataformas son accesibles desde cualquier lugar y utilizando diferentes dispositivos, incluso para acceder a determinados materiales offline.
Integración: incluyen todos los recursos de materias básicas y clínicas disponibles. Textos, preguntas de evaluación, videos o modelos 3D, adaptados a las necesidades de profesores y estudiantes.
Conectividad: permiten conexión entre usuarios facilitando la creación de grupos o comunidades para compartir experiencia e información.
Flexibilidad: adaptados a las necesidades de los usuarios, no solo en variedad de contenidos, sino en programación de tareas y ritmo de estudio.
Personalización: la experiencia de estudio y aprendizaje se desarrolla en función de las preferencias del usuario, pero siempre maximizada por haber sido desarrollada a partir de métodos de aprendizaje óptimos.
Actualización: los contenidos están actualizados y bajo los requisitos de la evidencia médica.
Ya se ha comentado en anteriores artículos de Elsevier Docencia el efecto tan poco eficiente que hoy día, en la era dl gran despertar tecnológico y del acceso a la información, tienen las tradicionales clases magistrales. Además, existe un hábito muy arraigado entre los estudiantes de Medicina: el sistema de comisiones de apuntes. Con cada asignatura, con cada profesor y en cada facultad de Medicina se crearán unos apuntes diferentes. Esto, sumado a la inexperiencia en la redacción de textos científicos y a los errores en la definición de conceptos durante varias promociones de estudiantes, hace que este sistema colaborativo no favorezca el desarrollo de un método de estudio eficaz, la asistencia a clase, el pensamiento crítico y el desarrollo de una capacidad de esfuerzo tan necesaria en las técnicas de estudio y memorización.
En este sentido se plantea un hecho paradójico, ya que la búsqueda de optimización del tiempo y del esfuerzo rompe la dinámica de aprendizaje debido a la insistencia en desarrollar material de estudio mejorable y técnicas de estudio ineficaces. La clave en el aprendizaje está en poder crear modelos mentales sólidos y a largo plazo, por lo que el material de estudio debe estar adaptado al método.
Integrar los recursos docentes dentro de un plan docente e identificar las diferentes opciones y formatos (clases presenciales, docencia online o híbrida, seminarios y prácticas) y establecer una programación de cada asignatura en coordinación con otros departamentos, es una tarea faraónica. Generalmente se consigue una eficaz coordinación en cuanto a distribución de contenidos, pero no en el método docente. Esto puede generar desequilibrios en la adquisición de conocimientos según la eficacia del método empleado.
Excepto en algunos países, no existen temarios o recursos unificados a nivel nacional; podemos encontrar una inmensa variedad de fuentes y diversidad de recursos, incluso en redes sociales. En algunas universidades hay disponibles fondos destinados a la creación de material docente de referencia; son una opción interesante, pero con visión poco globalizadora. ¿Acaso la Medicina que se estudia en Madrid es diferente de la que se estudia en Barcelona, Nueva York, Ciudad de México o Bogotá? Coordinar estrategias docentes con diferentes universidades siempre es enriquecedor y, además, se pueden crear vínculos colaborativos que fortalezcan el aprendizaje de los estudiantes. Crear una verdadera comunidad interuniversitaria de conocimiento, más allá de las becas e intercambios de estudiantes, docentes e investigadores, es un objetivo complejo pero muy estimulante.
El diseño del material didáctico es una labor imprescindible si queremos integrarlo en un método docente eficaz e innovador. Ser funcionalmente creativo es la clave. Para realizar evaluaciones formativas, debemos disponer de preguntas tipo test comentadas; si nos interesa afianzar conceptos clave, merece la pena invertir tiempo en crear flashcards y diseñar un programa de repetición espaciada; si lo que queremos potenciar son las habilidades de comunicación, entonces el trabajo colaborativo y el aprendizaje basado en problemas (ABP), el trabajo con casos clínicos y los ejercicios de diagnóstico diferencial son la mejor opción.
Todas las estrategias suman, pero sumarán más si los estudiantes también contribuyen, de forma supervisada, en la creación de este tipo de recursos. Debemos recordar que los estudiantes son los protagonistas de su propio proceso de aprendizaje. Los estudiantes pueden formar parte de una comisión de aprendizaje destinada a recopilar el material y establecer una programación docente. De este modo pueden involucrarse activamente en la gestión de su aprendizaje. Establecer una red colaborativa de valoración del material de estudio, indicando la idoneidad de este para estudiar una asignatura o patologías concretas, puede ser un camino muy eficaz y con garantías de calidad.
El material didáctico imprescindible para desarrollar un método de aprendizaje eficiente debe constar de:
Textos: como base del conocimiento, pero adaptados al nivel académico.
Material audiovisual y modelos 3D: son el complemento y ayuda imprescindible para comprender conceptos y crear modelos mentales.
Preguntas comentadas: para usar la evaluación como elemento de formación.
Flashcards: creadas para un proceso de repetición programada espaciada, fortaleciendo la memorización a largo plazo.
Casos clínicos y diagnósticos diferenciales: para crear escenarios de trabajo colaborativo y maximizar el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
Además, cada asignatura debe contar con material específico para el desarrollo de prácticas clínicas (libros de bolsillo, vídeos, algoritmos, tablas de datos, fichas explicativas o infografías). Este material debe encontrarse, bien en formato físico o digital, pero siempre accesible por el estudiante para una consulta ágil en cualquier situación, incluso durante el transcurso de una consulta médica. En ocasiones será necesario reforzar la experiencia clínica con seminarios prácticos o sesiones de desarrollo de habilidades, que contarán con material específico o modelos de simulación. Las prácticas clínicas son, en sí mismas, un recurso didáctico ineludible en Ciencias de la Salud. Su correcta organización y desarrollo debe orientarse a maximizar la experiencia de los estudiantes, y estos tienen el derecho y la responsabilidad de aprovecharlas, creyéndose lo que ya son: médicos en formación.
Autor: Juan Manuel Quiñonero Rubio
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