Doctor, tengo una adenopatía
22 de noviembre de 2011
Por Generación Elsevier
Adenopatía: definición, localización, orígenes y causas de esta inflamación
En algún momento de nuestra vida, todos nos hemos tocado los laterales del cuello y nos hemos encontrado alguna que otra pequeña “bolita” a la que no hemos dado mayor importancia.
Esa bolita, bultito, o como cada uno quiera llamarlo es lo que se conoce como adenopatía, que consiste en un aumento del tamaño de un ganglio linfático, que en general, se considerará patológica si supera los 2 cm de diámetro.
Las causas que pueden producir la aparición de una adenopatía son múltiples, desde una infección, una herida o un forúnculo, hasta una neoplasia, linfoma o una enfermedad autoinmune.
Afortunadamente, lo más frecuente suele ser lo menos grave, y es normal que nos encontremos, por ejemplo en el caso de un niño, pequeñas adenopatías laterocervicales coincidiendo con una infección de vías respiratorias.
Aunque nos encontremos alguna que otra adenopatía de vez en cuando, no debemos ser alarmistas e ir corriendo al médico pensando en un linfoma o en una enfermedad grave, sobretodo si es de localización cervical, ya que estas suelen ser reactivas, y comunmente suelen tener menos de 2 cm, así que no son consideradas como patológicas.
¡Ojo! pero también deberemos tener en cuenta la consistencia, ya que si la adenopatía es dura, grande y no dolorosa puede sugerir origen neoplásico, mientras que si es elástica, rodadera y duele al presionarla, suele responder a un cuadro inflamatorio-infeccioso.
Por otra parte, como ya he comentado, las adenopatías de localización cervical son frecuentemente reactivas, mientras que las supraclaviculares, abdominales y mediastínicas apuntan a origen neoplásico.
Aún así, hay que usar el sentido común y valorar la presencia de la adenopatía dentro del contexto clínico: ¿Hay infecciones, fiebre? ¿hay una sola adenopatía o son múltiples y generalizadas? ¿es dolorosa? ¿qué tamaño tienen? ¿han tenido un rápido crecimiento en los últimos 10 días? ¿hay alguna herida cercana?. Lo que tendremos que evitar es una extirpación sin justificación clínica de la adenopatía, cuando ésta no cumple características patológicas.
Y bien, ¿qué hacemos si concluimos que en efecto tenemos datos de sospecha?.
En primer lugar, vuelvo a remarcar que antes de ponernos a pedir 500.000 pruebas diagnósticas, no podemos olvidarnos de realizar una exploración completa del paciente, de la cabeza a los pies y nunca deberemos confundir la adenopatía con otras estructuras que puedan parecerse, como quistes del conducto tirogloso, lipomas, glándulas, hernias, etc.
Después, podremos pedir una analítica con VSG se abre en una nueva pestaña/ventana, reactantes de fase aguda, hemograma, pruebas de infección, y por supuesto, pruebas de imagen, para cuantificar la extensión en lugares inacesibles a la palpación.
Finalmente, el diagnóstico preciso solo será posible mediante la extirpación de una adenopatía modelo y posterior estudio anatomopatológico minucioso. Es importante conocer la histopatología del ganglio, sobretodo en los casos de sospecha de un linfoma, y cuanto más material de biopsia obtengamos, mejor vendrá para realizar los estudios inmunofenotípicos, moleculares y citogenéticos, indispensables para estadiaje y pronóstico de la enfermedad.
Fuentes: ‘Tratado de Medicina Interna’ se abre en una nueva pestaña/ventana
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