El abstract: mucho más que una síntesis del artículo científico
Spain | 22 de octubre de 2020
Por Elsevier Connect
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En busca de una temática “exitosa”: cómo acertar con el contenido de la publicación científica
Después del título, el abstract (también llamado resumen o sinopsis) es la segunda parte más leída de un artículo científico. Pero su relevancia va mucho más allá, tal y como se recoge en las pautas para autores de la plataforma Plos.org se abre en una nueva pestaña/ventana: “Un buen resumen puede ayudar a acelerar la revisión por pares. Los editores lo utilizan cuando evalúan un artículo por primera vez y los posibles revisores lo tienen muy en cuenta cuando deciden si aceptan o no una invitación a revisar. Si el artículo es aceptado para su publicación, supone una herramienta importante para que los autores encuentren y evalúen el trabajo de los investigadores. Una vez publicado, el resumen se indexa en bases como PubMed o Google Scholar. Y, al igual que el título, influye en los resultados de búsqueda de palabras clave”.
Por su parte la UNESCO, en su “Guía para la redacción de artículos científicos destinados a la publicación se abre en una nueva pestaña/ventana”, señala que “un resumen bien formulado, que guarde relación con un título adecuado y con un conjunto de palabras clave constituye una gran ayuda para el mejoramiento general de los servicios de información en el campo científico”.
“Puerta de entrada” al contenido científico
En la misma línea, el doctor Chittaranjan Andrade, del Departamento de Psicofarmacología del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias de Bangalore, en Karnataka (India), en su artículo How to write a good abstract for a scientific paper or conference presentation se abre en una nueva pestaña/ventana, publicado en el Indian Journal of Psychiatry dentro de una serie sobre la redacción científica (citada como referencia por muchos expertos), marca la pauta que diferencia al abstract: “Es la única parte del artículo que se publica en las actas de conferencias, y la mayoría de los lectores reconocen que cuando hojean la copia impresa de una revista, sólo se fijan en los títulos de los artículos contenidos y si les interesa el título, revisan el abstract”.
Por lo tanto, está claro que es necesario dedicar tiempo y esfuerzo a diseñar, redactar y revisar el resultado final de este apartado, ya que se trata de una “tarjeta de presentación” del contenido del artículo que dice mucho no sólo de la calidad del paper/investigación sino también de su autor.
Cada publicación y/o grupo editorial tiene unas pautas concretas respecto a las condiciones que deben reunir los artículos “aspirantes”, y en ellas se especifican claramente las condiciones que se refieren al abstract. Sin embargo, si se observa qué dicen al respecto tanto los principales organismos relacionados con la publicación científica como otras entidades (plataformas de autores, departamentos de algunas universidades encargados de asesorar a sus alumnos sobre la divulgación de sus investigaciones…), se pueden extraer unas pautas generales sobre cómo redactar un “resumen 10”.
Pero al margen de estilos o estructuras, hay una máxima invariable, y esta es el tipo de contenido que debe aportar el abstract y que está muy bien definido en las normas del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE) se abre en una nueva pestaña/ventana: “El resumen debe informar sobre el marco o fundamentos del estudio y debe presentar los objetivos del mismo, los procedimientos básicos para su realización (selección de los sujetos del estudio o de los animales de laboratorio; métodos observacionales y analíticos); los principales resultados (incluyendo la magnitud de los efectos y su significación estadística, si fuera posible) y las conclusiones. Se deben destacar los aspectos más relevantes o novedosos del trabajo”.
Estructura y apartados: qué hay que saber (antes de empezar a escribir)
La estructura del abstract se ajusta a dos tipos de formato: o bien un párrafo extenso, a modo de resumen general o bien (el más utilizado), ordenando el contenido en cuatro apartados o secciones: antecedentes, método, resultados y conclusiones, a las que en algunos casos se añaden otras dos (objetivos, entre los antecedentes y los métodos; y limitaciones, al final):
Antecedentes: Se trata de reflejar qué se sabe actualmente sobre el tema que se aborda en el estudio, relacionándolo con el trabajo en cuestión. Debe ser muy breve (un párrafo con 2-3 oraciones como mucho) ya que como señala Andrade en su artículo, “alargar esta sección significa que queda menos espacio para la presentación de los resultados, y no hay que olvidar que lo que suscita el interés del lector del artículo son los hallazgos, no sus antecedentes”.
Métodos: Hay que explicar qué se hizo y cómo se hizo. Un buen “guion” para ello es asegurarse de que en este apartado se incluyen respuestas, claras y concisas, respecto a la forma en la que se diseñó el estudio, su duración, como se clasificaron los pacientes, la cohorte, etc. Tal y como advierte el profesor Andrade, es más común de lo que parece encontrarse papers con este apartado redactado de forma que no aporta información sobre cuestiones tan importantes como el tamaño de pacientes o los medicamentos y/o la dosis que se administraron a los diferentes grupos de pacientes, por ejemplo.
Resultados: Es la parte más importante del abstract y, en esencia, debe responder a la pregunta: “¿Qué se ha encontrado?”. Tiene mayor extensión que el resto de los apartados y en él hay que intentar incorporar toda la información respecto a los hallazgos obtenidos que permita la limitación de palabras/caracteres establecida. Todos los autores y guías aconsejan incluir datos numéricos que sean determinantes, expresados de la forma más clara posible. “Por ejemplo, en vez de decir: Las tasas de respuesta difirieron significativamente entre pacientes diabéticos y no diabéticos, optar por fórmulas del tipo La tasa de respuesta fue mayor en los pacientes no diabéticos que en los diabéticos (49% versus 30%)”, aconseja Andrade.
Conclusiones: El objetivo de esta sección es decirle al lector por qué los hallazgos obtenidos son importantes y apuntar lo que éstos pueden significar para esa área de investigación en concreto. Una idea muy útil para estructurar esta información es la que ofrece el autor del artículo del Indian Journal of Psychiatry: el mensaje principal “para llevarse a casa” (la conclusión más importante arrojada por el estudio, redactada de forma breve y precisa); los hallazgos adicionales de importancia (o inesperados) y la perspectiva del autor o los autores, esto es, su opinión sobre las implicaciones teóricas o prácticas de los resultados.
Consejos prácticos para acertar
-En las “Recomendaciones para escribir el abstract de los papers de tu investigación se abre en una nueva pestaña/ventana”, que los expertos del Centro de Escritura de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU) ofrecen a sus alumnos, se explicita la máxima que no se debe perder de vista mientras se redacta este apartado: “El resumen debe ser inteligible por sí solo, sin que el lector tenga que leer todo el artículo. La mayor parte de su contenido describirá lo que se ha estudiado en la investigación y lo que se ha encontrado”.
-Otra premisa clave: asegurarse de que toda la información que aporta el abstract también se incluye en el cuerpo del artículo (no pasa nada por repetir en el texto alguna de las frases que se reflejan en el abstract) y, de la misma manera, asegurarse también de que toda la información relevante del trabajo se refleja en el resumen.
-En cuanto a la extensión, puede variar en función de las pautas de la publicación, pero por lo general no debe exceder las 200-250 palabras.
-Muy importante: comprobar (dos, tres o más veces) la ortografía. Como se advierte en las recomendaciones de Plos.org, la presencia de errores ortográficos y/o gramaticales puede dar a los revisores potenciales la impresión de que la investigación no es sólida y denota falta de interés por parte del autor.
-Es habitual que se pidan dos “versiones” del abstract: una en español (o en el idioma en el que escribe el autor) y otra en inglés. Ambas versiones deben tener el mismo contenido.
-En cuanto al tiempo verbal, la mayoría de las guías indican que en el caso de los papers del ámbito de las ciencias, lo adecuado es el usar el pasado gramatical, aunque en las conclusiones se puede recurrir al presente, por ejemplo, para expresar qué queda por hacer o cuál va a ser el siguiente paso en la investigación, en caso de que esta vaya a tener continuidad.
-Un consejo práctico en el que coinciden muchos manuales y autores es escribir el abstract una vez terminada la redacción del artículo, volviendo a leer el contenido del paper y comprobando que el objetivo, la metodología, los hallazgos más significativos y las conclusiones más importantes se han incluido en el resumen.
Errores (habituales) a evitar
En las pautas que Plus.org ofrece a sus autores, se resumen cuáles son algunos de los errores que se suelen cometer en la redacción/presentación del abstract y que pueden eclipsar el contenido al que se refiere, por muy brillante y novedosa que sea la investigación:
“Inflar” o “sensacionalizar” los resultados obtenidos.
Incluir contenido que luego no se encuentra por ningún lado en el cuerpo del estudio.
La falta de coherencia: que algún aspecto incluido en el abstract contradiga a lo que se cuenta en el texto donde se desarrolla el estudio.
Incorporar citas o referencias; o aludir a figuras o tablas que se incluyen en el estudio.
Utilizar abreviaturas o acrónimos, a no ser que sea absolutamente necesario o que se trate de términos ampliamente conocidos (ADN, por ejemplo).
Usar repeticiones innecesarias del tipo: en el Método: “Utilizamos la técnica X”; y en los Resultados: “Utilizamos la técnica X”.
Emplear palabras como “nuevo” o “novedoso” y frases como “este documento” o “informamos que”, por ejemplo.