Enfermedades del sistema inmunitario: las reacciones de hipersensibilidad
9 de mayo de 2019
Por Elsevier Connect
A través de Robbins.Patología humana se abre en una nueva pestaña/ventana, 10 ed. dispones de la herramienta perfecta para conocer la patogenia y las características médicas de la enfermedad, facilitando el aprendizaje de los procesos anatomopatológicos clave. Hoy presentamos un ejemplo de ello, con su abordaje de las enfermedades del sistema inmunitario, en concreto, la hipersensibilidad.
Las respuestas inmunitarias que son normalmente protectoras también pueden dañar a los tejidos. Las reacciones inmunitarias lesivas se agrupan bajo hipersensibilidad, y las enfermedades resultantes se denominan enfermedades por hipersensibilidad. Este término se originó a partir de la idea de que las personas que montan respuestas inmunitarias contra un antígeno están sensibilizadas frente al mismo, de modo que las reacciones patológicas o excesivas constituyen manifestaciones de un estado hipersensible. Normalmente, un sistema exquisito de comprobaciones y equilibrios optimiza la erradicación de los microorganismos infecciosos sin una lesión importante de los tejidos del huésped. Sin embargo, las respuestas inmunitarias pueden estar inadecuadamente controladas o dirigidas contra antígenos normalmente inocuos o dirigidas de un modo inapropiado contra tejidos del huésped, y, en tales situaciones, la respuesta normalmente beneficiosa es causa de enfermedad. A continuación describiremos las causas y los mecanismos generales de las enfermedades por hipersensibilidad y después expondremos situaciones específicas en las que la respuesta inmunitaria es responsable de la enfermedad.
Causas de las reacciones de hipersensibilidad
Las respuestas inmunitarias patológicas pueden dirigirse frente a diferentes tipos de antígenos y pueden ser el resultado de varias anomalías subyacentes.
Autoinmunidad: reacciones contra antígenos propios. Normalmente, el sistema inmunitario no reacciona contra los antígenos propios. Este fenómeno se llama autotolerancia e implica que el cuerpo «tolere» sus propios antígenos. En ocasiones, esta autotolerancia falla, lo que da lugar a reacciones contra las células y los tejidos propios. En conjunto, tales reacciones constituyen la autoinmunidad, y las enfermedades causadas por la autoinmunidad se denominan enfermedades autoinmunitarias. Volveremos a los mecanismos de la autotolerancia y la autoinmunidad más tarde en este capítulo.
Reacciones contra los microbios . Hay muchos tipos de reacciones contra los antígenos microbianos que pueden causar enfermedad. En algunos casos, la reacción parece excesiva o el antígeno microbiano es inusualmente persistente. Si se producen anticuerpos contra tales antígenos, los anticuerpos pueden unirse a los antígenos microbianos y producir inmunocomplejos, que se depositan en los tejidos y desencadenan la inflamación; este es el mecanismo subyacente de la glomerulonefritis postestreptocócica. Las respuestas de los linfocitos T contra los microbios persistentes pueden dar lugar a una inflamación acentuada, a veces con la formación de granulomas; esta es la causa de la lesión tisular que se produce en la tuberculosis y en otras infecciones. Algunas veces, los anticuerpos o los linfocitos T que reaccionan con un microbio reaccionan de forma cruzada con un tejido del huésped; se cree que tal reactividad cruzada es la base de la cardiopatía reumática. En algunos casos, la respuesta inmunitaria causante de la enfermedad puede ser completamente normal, pero, en el proceso de erradicación de la infección, los tejidos del huésped resultan dañados. En la hepatitis vírica, el virus que infecta a los hepatocitos no es citopático, pero es reconocido como extraño por el sistema inmunitario. Los linfocitos T citotóxicos intentan eliminar las células infectadas, y esta respuesta inmunitaria normal daña a los hepatocitos.
Reacciones contra antígenos ambientales. Casi el 20% de la población es alérgica a sustancias ambientales frecuentes (p. ej., pólenes, epitelios de animales y ácaros del polvo), así como a algunos iones metálicos y medicamentos. Tales sujetos tienen una predisposición génica a realizar respuestas inmunitarias inusuales a antígenos no infecciosos habitualmente inocuos a los cuales todas las personas están expuestas pero contra los cuales solo algunos reaccionan.
El problema fundamental en estas enfermedades es que la respuesta inmunitaria se desencadena y mantiene de un modo inapropiado. Como los estímulos frente a estas respuestas inmunitarias anómalas son difíciles o imposibles de eliminar (p. ej., antígenos propios, microbios persistentes o antígenos ambientales) y el sistema inmunitario tiene muchos circuitos de retroalimentación intrínsecos positivos (que promueven normalmente una inmunidad protectora), una vez que comienza una reacción de hipersensibilidad, es difícil controlarla o terminarla. Por lo tanto, estas enfermedades tienden a ser crónicas y debilitantes, y constituyen desafíos terapéuticos. Dado que la inflamación es un componente importante de estos trastornos, a veces se les agrupa bajo el término enfermedades inflamatorias inmunitarias.
Clasificación de las reacciones de hipersensibilidad
Las reacciones de hipersensibilidad pueden subdividirse en cuatro tipos en función del mecanismo inmunitario principal responsable de la lesión; tres son variaciones de la lesión mediadas por anticuerpos y la cuarta está mediada por linfocitos T. La razón de esta clasificación es que el mecanismo de la lesión inmunitaria es a menudo un buen factor predictivo de las manifestaciones clínicas y puede ayudar a guiar el tratamiento. Sin embargo, esta clasificación de las enfermedades inmunitarias no es perfecta, porque pueden coexistir varias reacciones inmunitarias en una sola enfermedad.
Los principales tipos de reacciones de hipersensibilidad son los siguientes:
En la hipersensibilidad inmediata (tipo I), llamada a menudo alergia, la lesión se debe a los linfocitos T H2 , los anticuerpos IgE y los mastocitos y otros leucocitos. Los mastocitos liberan mediadores que actúan sobre los vasos sanguíneos y el músculo liso así como citocinas que reclutan células infl amatorias y las activan.
Los trastornos mediados por anticuerpos (hipersensibilidad de tipo II) se deben a anticuerpos IgG e IgM secretados que se unen a antígenos fi jados en la superficie celular o tisular. Los anticuerpos dañan las células al promover su fagocitosis o lisis y dañan los tejidos mediante la inducción de infl amación. Los anticuerpos también pueden interferir en las funciones celulares y causar enfermedad sin daño celular ni tisular.
En los trastornos mediados por inmunocomplejos (hipersensibilidad de tipo III), los anticuerpos IgG e IgM se unen a los antígenos, habitualmente en la circulación, y forman complejos antígeno-anticuerpo que se depositan en los lechos vasculares e inducen infl amación. Los leucocitos que se reclutan (neutrófi los y monocitos) producen daño tisular mediante la liberación de enzimas lisosómicas y la generación de radicales libres tóxicos.
Los trastornos por hipersensibilidad mediados por linfocitos T (tipo IV) se deben sobre todo a respuestas inmunitarias en las que linfocitos T de los subgrupos T H 1 y T H 17 producen citocinas que inducen infl amación y activan neutrófi los y macrófagos, que son responsables de la lesión tisular. Los LTC CD8+ también pueden contribuir a la lesión matando directamente células del huésped.