Saltar al contenido principal

Lamentablemente no somos totalmente compatibles con su navegador. Si tiene la opción, actualice a una versión más reciente o utilice Mozilla Firefox, Microsoft Edge, Google Chrome o Safari 14 o posterior. Si no puede y necesita ayuda, envíenos sus comentarios.

Agradeceríamos sus comentarios sobre esta nueva experiencia.Díganos qué piensa se abre en una nueva pestaña/ventana

Elsevier
Publique con nosotros
Connect

Fases de maduración de los linfocitos: Claves para generar nuestras defensas

Spain | 28 de septiembre de 2017

lymphocytes

lymphocytes

Toda ayuda es poca para sobrevivir a Medicina. Desde Generación Elsevier os seguimos proveyendo con infografías, apuntes y artículos para nutrir vuestro conocimiento y haceros más llano el camino a la meta. El contenido de interés de hoy lo marca un clásico de Medicina: Inmunología básica. Abbas, Lichtman & Pillai  se abre en una nueva pestaña/ventanaEn concreto, os ofrecemos las fases de maduración de los linfocitos.

Los linfocitos son uno de los principales tipos de células inmunitarias. Se dividen principalmente en células B y T. Pueden defender el cuerpo contra infecciones, ya que tienen la capacidad de distinguir las células del propio cuerpo de las ‘extrañas’.

El desarrollo de los linfocitos a partir de las células troncales de la médula ósea implica el compromiso de los progenitores hematopoyéticos en el linaje del linfocito B o T, en la proliferación de estos progenitores, en el reordenamiento y expresión de los genes del receptor para el antígeno, y en la selección para identificar y expandir las células que expresan receptores para el antígeno con una posible utilidad (infografía). Estos episodios son comunes en los linfocitos B y T, aunque los primeros maduren en la médula ósea y los segundos lo hagan en el timo. Cada uno de los procesos que ocurren durante la maduración del linfocito desempeña una función especial en la generación del repertorio de linfocitos.

Los linfocitos son uno de los principales tipos de células inmunitarias. Se dividen principalmente en células B y T. pueden defender el cuerpo contra infecciones, ya que tienen la capacidad de distinguir las células del propio cuerpo de las ‘extrañas’. En esta infografía os mostramos los pasos de su maduración.

Incluso se observa una mayor expansión proliferativa de linajes de los linfocitos B y T después de que los linfocitos en desarrollo hayan completado el reordenamiento de los primeros genes de receptores para el antígeno y el ensamblaje de un prerreceptor para el antígeno (descrito más adelante).

  • La maduración de progenitores linfocíticos comunes en la médula ósea da lugar al compromiso en los linajes de linfocitos B o T. Este compromiso se asocia a la activación de varios factores de transcripción específicos de linaje y a una mayor accesibilidad de los genes de Ig y TCR al mecanismo de recombinación génica, que se describe más adelante.

  • Los linfocitos inmaduros proliferan en varios estadios durante su maduración. Es necesaria la proliferación de los linfocitos en desarrollo para asegurar la disposición de un número adecuado de células que expresen receptores útiles para el antígeno y maduren en linfocitos completamente funcionales. La supervivencia y la proliferación de los primeros precursores linfocíticos están estimuladas, sobre todo, por el factor de crecimiento interleucina 7 (IL-7), que producen las células estromales en la médula ósea y el timo. La IL-7 mantiene y expande el número de progenitores linfocíticos (especialmente progenitores de los linfocitos T en los seres humanos, y precursores de los linfocitos B y T en los ratones) antes de que expresen receptores para el antígeno, lo que genera una gran reserva de células en las que pueden producirse diversos receptores para el antígeno.

Este paso es un punto de control de calidad en el desarrollo del linfocito que asegura la conservación de células con receptores funcionales.

  • Los linfocitos son seleccionados a lo largo de múltiples pasos durante su maduración con el fin de conservar las especificidades útiles. La selección se basa en la expresión de componentes intactos del receptor para el antígeno y lo que reconocen. Como se expone más adelante, muchos intentos de generar receptores para el antígeno fracasan debido a errores durante el proceso de recombinación génica. Por tanto, son necesarios puntos de control en los cuales solo sean seleccionadas las células con receptores funcionales para el antígeno intactos para que sobrevivan y proliferen. Los prelinfocitos y los linfocitos inmaduros que no expresan receptores para el antígeno mueren por apoptosis (v. f ig. 4-10 ). Los reordenamientos génicos en los linfocitos inmaduros generan de forma aleatoria receptores para el antígeno con especificidades muy diversas. Algunos de ellos pueden no reconocer antígenos en el sujeto, por ejemplo si el TCR es específico frente a una molécula de MHC que no está presente en el sujeto. Con el fin de conservar los linfocitos T que serán funcionales, solo se seleccionan para su supervivencia los linfocitos T inmaduros que reconocen moléculas del MHC en el timo. Este proceso, denominado  selección positiva,  asegura que las células que completan la maduración sean capaces de reconocer antígenos mostrados por las mismas moléculas del MHC en las APC (que son las únicas moléculas del MHC con las que estas células pueden encontrarse normalmente). Otros receptores para el antígeno pueden reconocer péptidos de proteínas propias. Por lo tanto, es necesario otro proceso de selección que elimine estos linfocitos en potencia peligrosos e impida el desarrollo de respuestas autoinmunitarias. Los mecanismos que eliminan fuertemente los linfocitos T y B autorreactivos constituyen la  selección negativa.      Los procesos de maduración y selección de los linfocitos B y T comparten algunas características importantes, pero también difieren en muchos aspectos.

Fuente: Inmunología básica. Abbas, Lichtman & Pillai  se abre en una nueva pestaña/ventana(5ª edición)