Prevención de infecciones y prácticas fundamentales de control: guía para la práctica de enfermería
Spain | 24 de septiembre de 2019
Por Nursing
Uno de los ámbitos en los que los cuidados deben alinearse sistemáticamente con las mejores prácticas es la prevención y el control de infecciones. En este artículo, publicado recientemente por la cabecera de referencia en Enfermería, Nursing, un grupo de profesionales aborda las directrices y mejores prácticas fomentadas por la Nursing Infection Control Education Network y el Comité consultivo de prácticas de control de infecciones sanitarias de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) para mejorar la administración de antibióticos, reducir la transmisión microbiana y prevenir la propagación de la infección en cualquier contexto sanitario (clic aquí para descargar el artículo completo).
Mayor resistencia
Los CDC siguen haciendo hincapié en el tema urgente del aumento de la resistencia microbiana a los pocos fármacos que quedan para tratarlos. Recientemente unió fuerzas con la American Nurses Association (ANA) para concienciar sobre este problema a través de un enfoque que previene el uso inadecuado de antibióticos y hace hincapié en la prevención de infecciones. Al prevenir infecciones, puede resultar innecesario utilizar antibióticos, con lo que se reducirán las ocasiones de desarrollo de resistencia al fármaco. La colaboración de los CDC con la ANA y 20 organizaciones profesionales de enfermería ha dado lugar a la Red educativa para el control de infecciones en enfermería. Su objetivo es mejorar el cumplimiento de las prácticas de prevención de infecciones a través de una formación mejorada en prevención y control. Para que tenga éxito, hay que emplear prácticas básicas que prevengan el movimiento de microorganismos entre pacientes, profesionales sanitarios y el entorno para evitar la transmisión de microorganismos y con ello prevenir la infección.
Implicaciones para la enfermería
En 2014, miembros del comité consultivo de prácticas de control de infecciones sanitarias de los CDC empezaron a sintetizar las prácticas básicas identificadas como cruciales para la prevención de infecciones asociadas con la atención sanitaria. Estas prácticas, actualmente descritas en 16 directrices de los CDC, son importantes para la atención dispensada por los profesionales sanitarios en cualquier contexto sanitario. Están organizadas en ocho ámbitos distintos, aunque interrelacionados, de prevención y control de infecciones. Las cuatro primeras están relacionadas con la infraestructura organizativa necesaria para respaldar la implementación de las prácticas básicas. Estos elementos subyacentes incluyen:
Apoyo a los directivos. Las jefas de enfermería, junto con los representantes de las organizaciones, se deben asegurar de que la organización sanitaria ofrece suficientes recursos para permitir que el personal de primera línea cumpla en todo momento las prácticas de prevención de infecciones.
Educación y entrenamiento del personal sanitario en prevención de infecciones. La evaluación de campos de práctica en los que el rendimiento no cumple las expectativas debe ser un objetivo para la mejora y debe incluirse en el plan de desarrollo profesional de cada enfermera. La enfermera debe tener conocimientos sobre temas específicos de la práctica, pero aún es más importante que sea capaz de aplicar esos conocimientos, tener pensamiento crítico ante los hechos esperados e inesperados y efectuar su trabajo con excelencia independientemente de donde la lleve a cabo.
Educación de pacientes, familiares y cuidadores. La prevención de infecciones requiere el compromiso de los pacientes, sus familiares y cuidadores, así como de otros profesionales sanitarios. El compromiso del paciente y de su cuidador implica compartir información, evaluar su capacidad de ejecutar tareas deseadas, garantizar que pueden ejecutar dichas tareas, evaluar esa ejecución y ofrecer la opinión sobre la mejora
Control del rendimiento y comentarios. Un objetivo mayor de la evaluación del rendimiento es facilitar la mejora identificando fortalezas y debilidades. Sin datos objetivos e informativos, es difícil mejorar el rendimiento en el cuidado de los pacientes.
recauciones estándar. Estas prácticas fundamentales previenen el movimiento de los patógenos durante el proceso de atención. Las precauciones estándar implican reconocer que los pacientes y el entorno sanitario pueden ser depósitos de organismos infecciosos. Los elementos fundamentales de las precauciones estándar son los siguientes:
Higiene de manos. A pesar del énfasis puesto en el hecho de tener las manos limpias al ofrecer los cuidados, las pruebas siguen demostrando que pensamos que nos lavamos las manos más a menudo de lo que lo hacemos en realidad. La higiene de manos se puede llevar a cabo con un lavado de manos con agua y jabón o con un producto con base de alcohol. Los CDC y la Organización Mundial de la Salud han publicado directrices que definen la higiene de manos correcta.
Limpieza y desinfección del lugar. El entorno de los cuidados clínicos es un componente clave para permitir o facilitar la transmisión de patógenos. Al tocarlos, los objetos y las superficies contaminan las manos de las enfermeras y de otros profesionales sanitarios. Así, pueden transmitir microorganismos a los pacientes, a otras superficies u objetos y a otras enfermeras.
Seguridad en infecciones y medicaciones. En centros sanitarios de Estados Unidos se han identificado numerosos brotes de infección relacionados con prácticas de inyección poco seguras, como reutilizar jeringas, compartir inyectores de insulina y medidores de glucosa, reutilizar viales de medicación y administrar medicación diluida o combinada contaminada. Como las enfermeras tienen una función crucial en la administración de medicamentos, deben ser competentes en todos los aspectos de su preparación, manejo y administración, así como en la gestión segura de todas las provisiones y equipos utilizados para la inyección o punción.
Evaluación de riesgos con el uso adecuado de EPP. Las precauciones estándar requieren que el personal considere el tipo de actividad en la que utilizarán el tipo y nivel adecuado de EPP para prevenir la exposición a microorganismos, utilizar ese EPP correctamente, retirarlo de un modo que evite contaminarse a sí mismo y deshacerse de él en contenedores de residuos adecuados. El uso de EPP no debe limitarse a pacientes con patógenos conocidos. Llevar bata, guantes, mascarilla y protección para los ojos puede estar justificado al extubar a pacientes porque puede haber exposición a secreciones respiratorias cuando el paciente tose al quitarle el dispositivo.
Minimización de las exposiciones potenciales. Además de la selección y el uso de EPP, otras acciones como el cumplimiento de la higiene respiratoria, del protocolo de la tos y de la higiene de manos deberían formar parte de la práctica rutinaria durante todas las interacciones de cuidados al paciente. Los CDC ha descrito las acciones de higiene respiratoria y de protocolo de la tos que contienen secreciones respiratorias. Estas incluyen el uso de máscaras y pañuelos para contener las secreciones, la prevención de contaminación de las manos durante la tos enseñando a todas las personas a toser en la zona interna del codo en lugar de en las manos, garantizar el acceso inmediato a productos que se pueden utilizar para lavarse las manos, y proporcionar letreros con instrucciones para el personal sanitario, los pacientes y los visitantes.
Reprocesamiento del equipo médico reutilizable. Un ejemplo que atañe al equipo médico reutilizable que usan las enfermeras es asegurarse de que todo el equipo que ya no se necesite se retire rápidamente de la zona de atención al paciente, se lleve aparte para prepararlo para el reprocesamiento, y se envíe a descontaminar, limpiar y desinfectar antes del siguiente uso.
Precauciones respecto a la transmisión. Las precauciones estándar deberían ser el fundamento de las interacciones con los pacientes porque ofrecen una base para el autocuidado que protege a los pacientes y a los profesionales sanitarios asumiendo que todos los pacientes y el contacto con ellos son ocasiones de transmisión de infecciones. Se toman precauciones respecto a la transmisión cuando se identifica o se sospecha de un organismo y hay suficientes conocimientos sobre cómo se puede propagar durante el proceso de atención. Las precauciones respecto a la transmisión incluyen la selección, el uso y la eliminación de EPP, el empleo de prácticas de segregación, entre ellas el aislamiento del paciente, y el uso de políticas y procedimientos prácticos y sensatos.
Uso de dispositivos médicos invasivos temporales para la gestión clínica. La presencia de un dispositivo invasivo significa riesgo para el paciente, y la evaluación regular de las enfermeras debería incluir valorar la necesidad de cada dispositivo. Cualquier dispositivo invasivo debería conllevar un beneficio de tratamiento o diagnóstico superior a su riesgo. Por ejemplo, un catéter urinario permanente puede ser necesario para controlar la ingesta y la evacuación en una fase aguda de los cuidados, pero una vez terminada esa fase, habrá que evaluar al paciente para determinar si ese dispositivo sigue siendo necesario y, si no lo es, retirarlo inmediatamente.
Salud laboral. Los CDC han formulado de manera clara una lista de enfermedades evitables mediante vacunación para las que los profesionales sanitarios deberían ser inmunes (como rubéola, paperas, sarampión, hepatitis B y varicela). Los CDC también subrayan la necesidad de prevenir la tos ferina (Tdap) y de la vacunación anual contra la gripe29. Es posible que también haya otras vacunas convenientes, como la vacuna antimeningocócica, para los que trabajan en laboratorios u otros ambientes con riesgos de exposición reconocidos. La OSHA ha ordenado que se conceda la oportunidad al personal sanitario de vacunarse contra la hepatitis B de forma gratuita.
Seguir la hoja de ruta para prevenir infecciones
Algunas enfermeras pueden estar tentadas de subestimar las directrices de los CDC creyendo que están pensadas principalmente para contextos de cuidados intensivos. En realidad, las directrices se centran en el desarrollo de infecciones basándose en riesgos y son aplicables a todos los contextos sanitarios. Es responsabilidad de cada profesional sanitario utilizar los elementos de prevención de infecciones básica y desarrollar una evaluación de competencias personales y un plan de desarrollo profesional asociado. El primer y mejor paso implica una decisión personal y la aceptación de la responsabilidad profesional. La hoja de ruta para la mejora de la práctica de prevención de infecciones empieza por ti.
Autores: Ruth M. Carrico, PhD, DNP, FSHEA, CIC; Hudson Garret, PhD, MPH, FNP-BC; Dawn Balcom, DNP, APRN; y Janet Burton Glowicz, PhD, RN, MPH, CIC, FAPIC
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